Depresión, desempleo y trabajo

Conoce la importancia, las causas y el impacto laboral de ese trastorno por Ancelmo García Pineda, asesor externo de la OIT

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 -  (Foto: Redacción)

La depresión es uno de los problemas de salud mental más frecuentes en el lugar de trabajo.

De acuerdo con estudios DE las organizaciones Internacional del Trabajo (OIT) y Mundial de la Salud (OMS), en los países industrializados, la incidencia de depresión ha ido aumentando cada decenio desde 1910. Asimismo, se indica que la edad en la que las personas tienden a deprimirse ha disminuido con cada generación desde 1940.

Es previsible esperar que dos de cada 10 subordinados sufran una depresión en algún momento de su existencia, y las mujeres sean 1.5 veces más propensas que los varones a desarrollarla. También, uno de cada 10 trabajadores sufrirá una depresión clínica lo bastante seria para exigir la baja laboral, en una época de su vida activa.

Hay muchas opiniones acerca de los componentes y procesos de la salud mental, porque es un concepto muy cargado de valor subjetivo, y por ende no es probable llegar a una definición unánime de él.

El doctor Freud, en su obra “Duelo y Melancolía”, buscaba alguna condición universal que pudiera subyacer detrás de las diferentes formas que presenta la depresión: consideró que la depresión es la reacción a la pérdida de un objeto real o imaginario.

Técnicamente, el diagnóstico de depresión, solo puede ser hecho por un profesional de la salud mental debidamente formado y que emplee los criterios-diagnósticos aceptados.

En el ámbito laboral, la depresión es vista como causa y efecto de múltiples situaciones, tanto individuales como colectivas, pero debido a un uso irracional e inadecuado del concepto, se ha visto rodeada de importantes falsedades, exageraciones o interpretaciones equivocadas.

Salud mental y depresión

Al igual que el concepto, fuertemente asociado de “estrés”, la salud mental se define como:

  • un estado de bienestar psicológico y social total de un individuo en un entorno sociocultural dado, indicativo de estados de ánimo y afectos positivos (placer, satisfacción y comodidad) o negativos (ansiedad, estado de ánimo depresivo e insatisfacción)
  • las acciones indicativas de una conducta de afrontamiento (cualquier actividad que el individuo puede poner en marcha, tanto de tipo cognitivo como conductual, con el fin de enfrentarse a una determinada situación), por ejemplo, luchar por conseguir la independencia o autonomía (ambos aspectos clave de la salud mental), y
  • un proceso crónico resultado de comportamientos de confrontación aguda e intensa con un factor estresante, como sucede en el trastorno por estrés postraumático, o a la presencia continua de un factor estresante, no necesariamente intenso

Esto último es lo que ocurre en el agotamiento, así como en las psicosis, los trastornos depresivos mayores, los cognitivos y el abuso de sustancias psicoactivas. No obstante, estos dos últimos se consideran a menudo problemas neurológicos, porque pueden existir procesos fisiopatológicos (degeneración de las vainas de mielina) debidos a un afrontamiento ineficaz o al propio factor estresante (consumo de alcohol o exposición profesional a disolventes, respectivamente) subyacentes a ellos.

El concepto de la salud mental puede asociarse también a particularidades de la persona como los “estilos de afrontamiento”; la competencia (incluidos el afrontamiento eficaz, el dominio del entorno y la autoeficacia) y la aspiración; características de una persona mentalmente sana, interesada por su entorno, participativa en actividades motivadoras y con proyección por medios personalmente significativos.

Entonces, puede afirmarse que la salud mental se define no solo como un proceso o una variable de resultado, sino como una peculiaridad individual que influye en el comportamiento humano.

Los factores de riesgo ambientales de la (mala) salud mental suelen provocar efectos a corto plazo, como cambios del estado de ánimo y del afecto del tipo de sentimientos de placer o entusiasmo o un estado de ánimo depresivo.

Estos cambios van acompañados a menudo de alteraciones del comportamiento. Por ejemplo en la inquietud, en el afrontamiento paliativo (el consumo de alcohol) o en la evitación, así como en la resolución activa de problemas.

Estos efectos y actitudes van acompañados generalmente de cambios psicológicos, que indican un estado de alerta que puede ser “normal” o excesivo.

La depresión es un tema de enorme importancia en el campo de la salud mental en el trabajo, no solo en lo que concierne al impacto que puede tener en la zona en donde se prestan los servicios, sino también al papel que el lugar de trabajo puede desempeñar como agente etiológico del trastorno.

Múltiples percepciones de la depresión

Los trastornos psicóticos son comparativamente poco frecuentes en la población general. Su incidencia en el lugar de trabajo es aún menor, probablemente porque muchas de las personas que acaban siendo psicóticas tienen a menudo problemas para conservar un empleo estable.

Su periodicidad real es difícil de calcular. No obstante, según información de la OMS, se ha sugerido que la prevalencia de las psicosis (por ejemplo la esquizofrenia) en la población general es inferior o aproximada al 1%.

Las personas que sufren activamente un estado psicótico suelen tener graves dificultades para el desempeño normal de un trabajo y otros aspectos de su vida. A veces, los sujetos con psicosis agudas muestran comportamientos atractivos, sugestivos e incluso humorísticos.

Así también, algunos individuos con trastorno bipolar se muestran llenos de energía y con grandes planes o ideas cuando entran en la fase maníaca. Sin embargo, en la mayoría de los casos las psicosis se asocian a comportamientos que despiertan reacciones de incomodidad, ansiedad, ira o miedo en los compañeros de trabajo, los supervisores y otros.

En algunos estudios e investigaciones sobre salud mental laboral se ha prestado atención especial al bienestar afectivo, esto es, factores como: la satisfacción en el trabajo, los estados de ánimo depresivos y la ansiedad.

Los trastornos mentales más crónicos, secundarios a la exposición prolongada a factores estresantes y relacionados también, en mayor o menor medida, con trastornos de la personalidad, tienen una prevalencia mucho menor en la población activa.

Todo el mundo se siente triste o “deprimido” de vez en cuando, pero un episodio de depresión mayor, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM IV) (American Psychiatric Association, 1994), debe cumplir varios criterios para tener una idea de lo que sucede en la verdadera depresión mayor.

El manual indica que si cinco o más de los síntomas mencionados a continuación, han estado presentes durante un mismo periodo de dos semanas y representan un cambio respecto a la conducta previa la mayor parte y casi todos los días: estado de ánimo deprimido; notable disminución del placer o interés en todas o casi todas las actividades; aumento o pérdida significativa de peso sin seguir ningún régimen, o disminución o aumento del apetito; insomnio o hipersomnio; agitación o retraso psicomotores; fatiga o pérdida de energía; sentimientos de inutilidad excesivos o inadecuados de culpabilidad; disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o indecisión e ideas de muerte y suicidio recurrentes, con o sin un plan especifico.

Se reitera que estas evaluaciones no pueden depender de que una persona se aprecie a sí misma con estos síntomas o que alguien se le observe así, esto debe ser conclusión de un especialista de la salud mental.

Además de dar una idea sobre los problemas que sufre el individuo con depresión, la revisión de los criterios anotados, revela también las muchas formas en que ésta puede influir negativamente en el trabajo.

Es importante señalar la amplia variedad de los síntomas. Una persona deprimida puede sentirse apenas capaz de salir de la cama, mientras que otra puede estar tan ansiosa que difícilmente puede permanecer sentada y se describe como “nerviosa” o “volviéndose loca”. A veces, la existencia de múltiples malestares y dolores sin explicación médica es un indicio de depresión.

Alcances de la depresión

La depresión mayor es solo uno de varios trastornos relacionados, agrupados en la categoría “trastornos del estado de ánimo”. El más conocido es la enfermedad bipolar (o trastorno maníaco-depresivo), en la que el paciente alterna periodos de depresión y de manía, esta última con sentimientos de euforia, menor necesidad de dormir, energía excesiva y rapidez del habla, y que puede progresar en irritabilidad y a la paranoia.

Existen varias versiones del trastorno bipolar, dependiendo de la frecuencia y la gravedad de los episodios depresivos y maníacos, de la presencia o ausencia de rasgos psicóticos (delirio, alucinaciones), etc.

De igual modo, la depresión es también variable en función de su gravedad, la presencia o ausencia de psicosis y los tipos de síntomas más destacados. Escapa al ámbito de esta colaboración describir todos estos aspectos, pero el lector puede consultar diversos manuales y libros sobre la materia para encontrar un listado completo de todas las formas de trastorno del estado de ánimo.

Tan importante como el hecho de que muchos pacientes con depresión acuden a sus médicos generales con molestias físicas es la circunstancia de que otros que acuden al profesional de la salud mental con síntomas depresivos pueden tener una enfermedad orgánica subyacente causante de esa sintomatología. De éstas, las más frecuentes son las endocrinas (hormonales), como el hipotiroidismo, las alteraciones suprarrenales o los cambios relacionados con el embarazo o el ciclo menstrual.

Sobre todo en los pacientes de mayor edad, los procesos neurológicos como la demencia, los accidentes cerebrovasculares o la enfermedad de parkinson deben formar parte fundamental del diagnóstico diferencial.

Otras enfermedades que pueden causar síntomas depresivos son la mononucleosis, el SIDA, el síndrome de fatiga crónica y algunos cánceres y enfermedades articulares.

Desde el punto de vista psiquiátrico, los trastornos que comparten rasgos comunes con la depresión son los de ansiedad (incluyendo la ansiedad generalizada, el trastorno por angustia y de estrés postraumático), la esquizofrenia y el abuso de alcohol y las drogas.

La lista de medicamentos que pueden inducir cuadros depresivos es muy grande y comprende analgésicos, algunos antibióticos, muchos antihipertensivos y algunos para el corazón, así como los esteroides y los agentes hormonales.

Psicosis y depresión ¿iguales?

Psicosis es un término general empleado con frecuencia para describir una alteración grave de la función mental como la depresión. Regularmente, esta deficiencia es tan importante que el individuo es incapaz de realizar las actividades de la vida cotidiana, incluyendo la mayor parte de las laborales.

La Enciclopedia de la Salud en el Trabajo de la OIT define a la psicosis como: “Un trastorno mental mayor de origen orgánico o emocional en el que la capacidad de la persona para pensar, responder emocionalmente, recordar, comunicar, interpretar la realidad y comportarse correctamente está lo bastante alterada para causar un menoscabo manifiesto de la capacidad para satisfacer las demandas habituales de la vida.

Los síntomas se caracterizan a menudo por un comportamiento regresivo, un estado de ánimo inadecuado, un menor control de los impulsos y un contexto mental anormal, como ideas delirantes y alucinaciones”.

La palabra depresión, del latín; depressus, participio pasado de deprimere, significa: “presionar hacia abajo”; la palabra existe en francés desde el siglo XIV, pero tomó el sentido que se le da actualmente hacia 1850 (diccionario taxonómico de Psiquiatría. Jean Garrabé. FCE. México 1993). El término se remite a la existencia de una fuerza psíquica comparable a la física, o económica que las ciencias han buscado definir y medir.

Entonces, el concepto depresión designa toda perturbación del humor, que obstaculice la actividad mental. El humor, se refiere al estado de ánimo.

La locución estados depresivos corresponde a la delimitación de un área más restringida ocupada por numerosos estados morbosos del humor. Algunos especialistas definen a la depresión como:

  • primaria: síndrome depresivo que aparece en un sujeto que no tiene ningún trastorno mental, y
  • secundaria: síndrome depresivo que surge en un sujeto que tiene entre sus antecedentes otro trastorno mental, como alcoholismo, neurosis de angustia, histeria, etc

Las psicosis pueden manifestarse como parte de distintas categorías diagnósticas identificadas en la cuarta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM IV) (American Psychiatric Association, 1994). En la actualidad, no existe todavía un conjunto diagnóstico uniformemente aceptado. A continuación se indican algunos de los procesos laborales en los que se admite que surge la psicosis o depresión.

Factores asociados con el desarrollo de la depresión o psicosis

Existen algunos aspectos químicos relacionados con el trabajo, tales como:

  • ciertas sustancias químicas, como el mercurio, el disulfuro de carbono, el tolueno, el arsénico y el plomo han producido psicosis en trabajadores manuales. Por ejemplo, se ha descubierto que el mercurio induce una psicosis en los subordinados de la industria del sombrero, que ha recibido el literario nombre de “psicosis del sombrerero loco”, y
  • varios disolventes orgánicos, utilizados sobre todo el sector químico, ejercen una influencia directa en el sistema nervioso central (SNC), en el que inducen cambios bioquímicos y un comportamiento impredecible

Parece probable que los trastornos delirantes sean relativamente frecuentes en el entorno de trabajo, como por ejemplo los del tipo:

  • erotomaniaco. Cree típicamente ser amado por otra persona, en general, de situación social más alta. A veces, acosa a esa persona con llamadas telefónicas, cartas o incluso espiándola. Muchas de estas personas desempeñan empleos modestos, viven aislados y retirados y tienen contactos sociales y sexuales limitados
  • grandioso. Suele asociarse a ideas delirantes de valor, poder, conocimientos o relaciones de alto nivel, o de relación especial con una deidad o algún famoso
  • celoso. Piensa erróneamente que su pareja sexual le es infiel
  • persecutorio. Imagina que el mismo (o alguien próximo a él) está siendo engañado, acosado, perseguido o maltratado de alguna otra forma, y
  • somático. Desarrolla la idea, pese a cualquier prueba en contrario, de que sufre una enfermedad infecciosa

Estas personas suelen sentirse resentidas y furiosas, y pueden recurrir a la violencia contra aquellos a los que consideran sus enemigos. Rara vez desean buscar ayuda, porque no creen que les ocurra nada.

También pueden creer que están desfigurados, o preocuparse obsesivamente por un mal olor corporal. Estos trabajadores con ideas delirantes causan con frecuencia problemas laborales.

Impacto del trabajo en la depresión

El conocimiento acerca de la relación entre los factores relacionados con el trabajo y las psicosis está aún en un estadio embrionario.

Como afirman algunos especialistas: “los riesgos físicos y químicos del lugar de trabajo han recibido una considerable atención, pero las tensiones psicológicas asociadas al trabajo no han sido tratadas en la misma medida, excepto en lo que concierne a las responsabilidades de dirección o al patrón de comportamiento con tendencia al infarto de miocardio”.

Esto hace necesaria la investigación en el campo de las psicosis relacionadas con el trabajo, sobre todo teniendo en cuenta que cada subordinado destina a su empleo, en promedio, del 42 a 44% del tiempo de su vida.

Además el trabajo se ha asociado con el bienestar psicológico, por ello se debe comprender mejor, qué tipos de factores estresantes profesionales y en qué circunstancias influyen en qué tipo de trastorno psicológico.

Por ejemplo, sería preciso estudiar si existen estadios de intensidad, duración o frecuencia de la tensión psicosocial por los que pasan los colaboradores en su entorno laboral, junto a factores personales, sociales, culturales y políticos de su vida diaria. Como puede observarse, se están abordando temas complejos que exigen soluciones ingeniosas junto a análisis profundos.

Desempleo y depresión

Los problemas de pérdida o riesgo de pérdida del empleo pueden dar lugar a la depresión y, en el contexto actual de recortes de plantilla, las fusiones y el continuo cambio de la descripción de los puestos de trabajo se acentúa más en el entorno laboral. Otro resultado del constante cambio de las tareas a desempeñar y de la introducción de nuevas tecnologías es que el subordinado se siente incompetente o insuficiente.

Según la teoría psicodinámica, la depresión se desarrolla a medida que se amplía la distancia entre la autoimagen actual y el “yo ideal”.

¿Se puede evitar o sanar la depresión?

Dada la relación etiológica descrita entre el lugar de trabajo y la depresión, una forma de considerar su tratamiento sería el uso de la prevención primaria, secundaria y terciaria.

  • primaria: consistente en el intento de eliminar la raíz del problema, supone la realización de cambios organizativos fundamentales para mejorar algunos de los factores estresantes ya descritos
  • secundaria: pretende intentar “inmunizar” al individuo frente a la enfermedad, comprendería intervenciones como la formación para el afrontamiento del estrés y los cambios del estilo de vida, y
  • terciaria: tarea de ayudar a la persona a recuperar su salud, supone un tratamiento psicoterapéutico y psicofarmacológico

El especialista clínico de hoy dispone de una gama creciente de enfoques psicoterapéuticos. Las estrategias psicodinámicas estudian las luchas y los conflictos del paciente en un formato poco estructurado permitiéndole explorar todos los materiales que van surgiendo en la sesión, por muy marginales que parezcan ser al principio.

Se han hecho ciertas modificaciones de este modelo, limitando el número de sesiones o la amplitud del foco, con el fin de crear muchas formas nuevas de terapia breve. La terapéutica interpersonal se centra de modo más exclusivo en los patrones de las relaciones entre el paciente y los demás. Otra, de popularidad creciente, es la cognitiva, basada en el precepto “lo que piensas es lo que sientes”. En este caso, se aplica un formato muy estructurado, se analizan, cuestionan y modifican los “pensamientos automáticos” del paciente ante ciertas situaciones para obtener una respuesta emocional menos inadaptada.

Aunque las psicoterapias se han desarrollado con gran rapidez, el arsenal psicofarmacológico lo está haciendo más aún. En los últimos decenios previos a 1990, los medicamentos más utilizados en el tratamiento de la depresión eran los tricíclicos (imipramina, amitripitilina y nortriptilina) y los inhibidores de la monoaminooxidasa (nardil, marplan y parnate). Todos ellos actúan sobre los sistemas neurotransmisores que se cree intervienen en la depresión, pero afectan también a otros receptores, lo que origina diversos efectos secundarios.

A comienzos del decenio de 1990 se introdujeron varios fármacos nuevos (fluoxetina, sertralina, paxil, effexor, fluvoxamina y nefazodona), que han logrado una gran difusión por ser “más limpios” (al unirse de forma más específica a las localizaciones relacionadas con la depresión) y permitir, de este modo, un tratamiento eficaz con muchos menos efectos secundarios.

Conclusión

La depresión es sumamente importante en el campo de la salud mental laboral, tanto por su impacto en el lugar de trabajo como en la salud mental del personal. Su prevalencia es muy grande y puede tratarse con facilidad, pero por desgracia muchas veces pasa inadvertida, con graves consecuencias tanto para el enfermo como para la empresa. En consecuencia, un mayor énfasis en la detección y el tratamiento de la depresión permitirían ayudar a reducir el sufrimiento individual y las pérdidas empresariales.

Existen numerosos indicios de que la mala salud mental, incluidos los criterios diagnósticos más vagos, es un problema importante que tiene un elevado costo, tanto humano como económico.

También se deben considerar aspectos tales como que la depresión no es contagiosa, aunque si puede existir proclividad a la depresión por factores que la estimulan y la reproducen.