Entre el ocio y el negocio

¿Hasta dónde las condiciones de distracción dentro de la empresa estimulan y favorecen el trabajo, y a partir de cuándo lo obstaculizan?

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 .  (Foto: IDC online)

 La temporada vacacional está próxima, y es precisamente en este periodo de receso cuando, aunque muchas veces no se puede gozar de un descanso, inevitablemente se da un cambio en clima laboral. Es entonces cuando la delgada línea entre ocio y negocio tiende a parecerse más a una liga que se estira desde muchos lados.

Lo cierto es que, en la actualidad, es cada vez más frecuente encontrarse en los espacios de trabajo con todo tipo de equipo e instalaciones propicios para la relajación y el esparcimiento: desde gimnasios perfectamente equipados y lugares para recibir masajes, pasando por mesas de pin pon o salas de lectura, hasta diversos tipos de consolas de videojuegos. Y qué decir de aquellas empresas que inclusive cuentan con salas ¡para dormir la siesta!

La necesidad de contar con un momento de relajación dentro del sitio de trabajo siempre ha existido. De hecho, la ley establece que en algún momento de la jornada, aún en las continuas, se debe dar al trabajador la oportunidad de tomar un breve descanso. Lo que ha variado es la forma que adopta cada generación y cultura para estos momentos.

La pregunta para el responsable del área de Recursos Humanos es: ¿Hasta dónde las condiciones de distracción dentro de la empresa estimulan y favorecen el trabajo, y a partir de cuándo lo obstaculizan?

Es innegable, según establecen diversos psicólogos sociales, que para el desempeño óptimo en un empleo se requiere de un cierto “monto de ansiedad”. Si este nivel de ansiedad es bajo, simplemente no existe ningún estímulo –fuera del salario, quizá, y no por mucho tiempo- para llevar a cabo un trabajo. En cambio, si la ansiedad es excesiva, el estrés simplemente tenderá a afectar la productividad, derivando incluso en problemas para la salud.

Lo importante, como siempre, es establecer marcos de referencia claros, pero no rígidos, sobre en qué momentos, circunstancias y lugares los empleados pueden disfrutar de un momento de relajación. Un buen jefe de Recursos Humanos debe saber que existen diferencias entre individuos, áreas de la empresa y aún entre sectores productivos. Por ejemplo, en muchas empresas se ha puesto en práctica el llamado “viernes casual”, en el que se relaja el código de vestimenta para prescindir de la corbata y el traje de negocios. Algunas empresas han adoptado dicho código para toda la semana, pero muy pocas se atreverían a permitir que algunos empleados acudan al centro de trabajo en chanclas o pijama, o al filo de la media noche, cómo sí se permite en ciertas industrias que viven de la creatividad, como algunas agencias de publicidad, casas productoras de cine o televisión, o desarrolladoras de software para videojuegos.

Algunas empresas han optado por limitar la posibilidad de que sus empleados accedan libremente a Internet, bajo el argumento de que “se pierde el tiempo”. Sin dudar de que en ciertos casos esta libertad ha derivado en abusos, lo cierto es que para algunos la posibilidad de navegar en Internet o enviar mensajes a sus contactos, además de ser un instante de relajación, les permite ser más productivos echando mano de los recursos disponibles en la nube. Es más, algunas compañías corren el riesgo de volverse obsoletas en caso de prohibir a sus empleados tener contacto con la realidad virtual de la red.

Así que, en el caso de determinar hasta dónde sí conviene y hasta dónde no el permitir a los empleados disponer de tiempos y espacios para poder relajarse, no es posible recurrir a recetas de aplicación generalizada, pero sí hablar de algunos principios básicos.

1. El derecho individual se debe subordinar al derecho colectivo. Esto supone que la empresa puede ser flexible con la forma en que cada individuo ejerce su derecho al esparcimiento, siempre y cuando no interfiera con el trabajo de los demás.

2. La organización debe estimular las actividades de esparcimiento que favorezcan la integración de las personas y la productividad en general de la organización, procurando coartar lo menos posible la libertad de los individuos de optar por el esparcimiento de su preferencia dentro del trabajo, siempre y cuando éste no interfiera con los fines de la organización ni con el trabajo del resto de los empleados.

3. Es importante promover en todos y cada uno de los empleados la conciencia sobre el valor del ejercicio de la libertad de elección. Es decir, hacer explícita la intención de no poner mayores restricciones al derecho del esparcimiento de cada individuo dentro del espacio de trabajo, porque existe la confianza en que cada individuo lo ejercerá responsablemente, al tiempo que se confiere al conjunto de los empleados el poder de autorregulación sobre este tipo de prácticas.

Estas vacaciones son un buen momento de poner en práctica estos principios. Eso sí, es el responsable de recursos humanos el encargado de vigilar el adecuado cumplimiento de estas políticas, así como de ejercer los límites permitidos por la ley en caso de abusos.

Fuente: Boletín de prensa, Adecco México