Impuestos a la obesidad

Algunos gobiernos consideran que de aplicar impuestos especiales a la venta de alimentos altos en grasa y azúcares, disminuirán este problema de salud pública

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 .  (Foto: IDC online)

El problema de la obesidad a nivel mundial va en incremento y constituye una preocupación importante de salud pública.

Algunos países quieren desincentivar el consumo de alimentos chatarra y aquéllos de alto contenido de azúcar, como los refrescos, con la imposición de gravámenes, como ha sido el tratamiento del consumo del tabaco.

Francia por ejemplo,  aprobó en 2011  un gravamen adicional a las bebidas azucaradas y próximamente los italianos pagarán  un impuesto similar. Dinamarca aplica un impuesto especial sobre productos con más de un 23% de grasas saturadas y  Finlandia grava los dulces, helados y chocolates.

Estas medidas causan el beneplácito del sector salud, pero para los productores son una preocupación, ya que afirman que el gravarlos no disminuye los índices de obesidad y si constituye una medida recaudatoria.

Estas políticas tienen por objeto primordial inhibir el consumo de estos productos. La respuesta del mercado a estas iniciativas depende mucho de la flexibilidad o elasticidad de la demanda, por lo que en algunos casos el mayor logro de estos nuevos impuestos será la generación de recursos. Las medidas podrían resultar más efectivas si esos recursos se canalizarán a programas para combatir la obesidad y así se contemplará en el presupuesto.

Los detractores de éstas, aseguran que estos impuestos fracasan por los costos administrativos de su instrumentación y porque requieren una amplia aceptación social, y en muchos de los casos solamente aumentan la carga tributaria.

Cabe señalar que el objetivo de salud y el tributario apuntan a  efectos divergentes: la necesidad de mantener o aumentar la recaudación requiere crear impuestos aplicables a objetos que no pierdan importancia dentro de la actividad económica ni puedan ser sustituidos. Por su parte, la finalidad de salud se dirige a lograr efectos de sustitución en alto grado, es decir, va contribuir a la reducción de la recaudación.

Una de las críticas más severas es que mediante el cobro de estos impuestos se incorpora automáticamente a todos los sectores los costos que generan aquellos que no controlan su alimentación, que son quienes deben pagar los impuestos, es decir con los impuestos para combatir la obesidad, se apropian del daño el resto de la sociedad.

México enfrenta un grave problema de obesidad por lo que ante el inicio de los trabajos legislativos sería oportuno que nuestros representantes valoraran seriamente esta opción, pero que tengan presente que el haber gravado con IESPS a las bebidas alcohólicas y al tabaco con tasas elevadas no ha inhibido el consumo de ambos.